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miércoles, 24 de noviembre de 2010

PARA TENER RAZÓN


Para tener razón ,
tengo que estar muerta.
Sin sangre no existe
el problema de la violencia

Para tener razón
es necesaria la evidencia
y la prueba  de ser víctima
aunque para mi
es igual ya  la defensa

Si vivo o si muero
nadie creerá lo que digo

Para tener razón
la sin razón es morir
por eso sufro en silencio
mi desgracia,
Una guerra ya perdida
de antemano:

La víctima siempre yo,
y la muerte mi victoria
y el ganador el vencido

Si vivo o si muero

nadie creerá lo que digo

ANTONIO FONTIVEROS DE LA HABA.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Huelga General




Huelga general. ¿Qué es? ¿Por qué? ¿Para quién? Son preguntas que llevamos tiempo escuchando y preguntas, que no sabemos responder.

El miércoles 29 de septiembre hubo una huelga general en toda España, convocada por los sindicatos de trabajadores.

Todo esto se debe a la reforma laboral que ha decretado el gobierno que nos rige actualmente, que es el socialista (P.S.O.E)

Algunos de estas reformas, por lo que he oído en los medios de comunicación, son, por ejemplo: retrasar la edad de jubilación, despido más fácil y rápido de los trabajadores…

Algunas de estas reformas, pueden que sean útiles pero muy radicales.

La población, no ha estado muy informada sobre el porqué de la huelga, o eso pienso yo.

Muchas personas no acudieron a su puesto de trabajo voluntariamente, otros sí. Pero sin embargo los llamados “ piquetes informativos” como siempre, según los mayores, estuvieron armándola. Quemaron neumáticos, contenedores, cerraron el paso a muchos coches ,camiones… Rompieron cristales, cerraduras, hicieron pintadas….

Yo pienso que la huelga es optativa, puedes elegir sumarte a ella o no, pero no intimidar a nadie y que vayas libremente a tu puesto de trabajo.

Aunque fueron pocos incidentes, es lo que más se ha destacado en las noticias de otros países quedando España en muy mal lugar, como un país poco civilizado.

Espero que sepamos resolver todos nuestros problemas, crisis, paro…


María Pérez Castillo 2ºB

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Historia de la Mezquita-Catedral

Allá por el año 786, a alguien se le ocurrió la idea de construir una mezquita, que se sostendría más tarde sobre 1300 columnas, la Mezquita de Córdoba. Y pensó bien, ya que actualmente es patrimonio de la humanidad, es decir, nuestro tesoro. Se comenzó a construir sobre los cimientos de la basílica bisigótica de San Vicente Mártir.
En 1238, tras la Reconquista, se llevó a cabo la conversión de la Mezquita en una catedral cristiana con la orden del primer obispo de Córdoba, Lope de Fitero. La Mezquita fue objeto de ampliaciones durante el Califato de Córdoba, desde Alakén II hasta Almanzor fueron personas importantes en la remodelación de ésta.

Andrea Uclés, María Ruiz y Eva Moreno

lunes, 15 de noviembre de 2010

GUÍA DE SUPERVIVENCIA.

“No te pierdas en los deseos de los demás. Trata de no perder nunca el deseo- por pequeño que sea- que anida en ti.
No te juzgues sin tiempo. Es más, no te juzgues.
Sé lo suficientemente egoísta para caminar hacia lo tú eres y lo que deseas. Y lo suficientemente generoso para ver con claridad a los demás
No intentes ser otra persona de la que eres.
Mantén la mirada inocente como un lujo heredado de la infancia.
Aunque los años y la vida siempre nos den razones para mantener todas las posturas, sobre todo las cargadas de escepticismo, recelo y desconfianza, mantén en algún lugar de tu corazón el espacio para que anide la creencia, la confianza y la bondad.
Ama, estate siempre dispuesto a arriesgar tu vida en un nuevo viaje, por muchas tormentas y naufragios que la preceda. Y, si el viaje termina deje que llegue el dolor y el odio pero no te quedes a vivir en ellos.
No te valores por lo que tengas, no te valores por los que te aman o por los amigos que se queden.
Deja que las personas y las cosas lleguen, permanezcan y se marchen. No impidas su viaje, ni el tuyo. No te enganches eternamente aunque el dolor llene y nos justifique. No conviertas el sufrimiento en una razón. No te llenes de razones para esto ni para lo otro, reconoce que en el fondo funcionamos por un maravilloso mecanismo de subjetividad y voluntad.
Nunca te sientas por encima ni por debajo, ambas variables se confunden en un espacio esférico que gira en todas las direcciones.
Siempre volverás a vivir días en que te sentirás perdido, pero cuando el impasible sol continué ascendiendo sobre el horizonte, olvida todo lo anterior y concéntrate solo en respirar.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Carta a un alumno



Te veo ahí sentado en mi clase, con la mirada perdida a mitad de camino entre tu libro y la pizarra, mirando lo que escribo pero sin prestar atención ni copiarlo en tu libreta, captando frases sueltas de la explicación mientras tu lenguaje corporal hace todo lo que está en su mano por dejar patente el desinterés hacia la clase, la materia, el profesor, el instituto...

El Instituto es nuestra cárcel”, os oigo decir por los pasillos, y no puedo evitar pensar que hay algo de verdad en ello. Os retenemos aquí seis horas al día, treinta horas a la semana, además de las horas que, en casa, deberíais dedicar a repasar, hacer ejercicios, estudiar, ampliar... Si falta un profesor, enseguida viene otro a poner orden, a mandar y ordenar, a juzgar vuestro comportamiento. Si faltáis vosotros, os preguntamos por qué, os exigimos una justificación de vuestros padres, llamamos a casa. Cercenamos cualquier asomo de libertad en cuanto asoma la cabeza, queremos teneros controlados. Os tratamos, en 4º de ESO, cuando algunos ya casi estáis en edad de votar o de conducir, como si estuvierais en una guardería.

¿No lo entendéis? Estáis en una guardería. Ésa, y no otra, es la principal función de la Escuela hoy en día.

Deberías protestar. En serio. Vuestros profesores deberían concentrarse en enseñar, en transmitiros no sólo su conocimiento, sino su habilidad para adquirirlo. No deberían estar pendientes de otra cosa que de vuestro aprendizaje. En ello va vuestro futuro. Pero no pueden, se pasan el día pendientes de los partes, de las faltas, de las guardias, de ordenar... Tampoco es culpa suya. Piénsalo. La elección es muy fácil: entre dar clase o gritar, poner partes, mandar callar, etc, la elección es muy clara. Todos tus profesores preferirían pasar las horas dando clase, hablando sobre su materia (se especializaron en ella, pasaron una carrera universitaria de al menos cuatro años estudiando esa materia, ¡les encanta!) que un solo minuto poniendo orden en una clase. ¿Por qué no lo hacen?

Te veo ahí, sentado, con el libro cerrado y el bolígrafo sobre la mesa. Estoy explicando algo crucial, una de las bases sobre las que se sustenta la materia completa (no la asignatura, no: la materia, la ciencia, la disciplina, el conocimiento) y no estás prestando atención. Uso el cebo del examen para atraparte: “esto entrará seguro en el examen final, contará al menos dos puntos”, y por un momento miras hacia la pizarra. Sé que sabes que los exámenes son importantes. Tener el título pasa por aprobar los exámenes, continuar hacia delante pasa por tener el título, poder elegir tu futuro pasa por continuar hacia delante. Ojalá entendieras esto último, y no lo del examen. No te estoy enseñando esto para que apruebes, ni siquiera para que te lo aprendas. Te lo estoy contando para que veas de qué va el mundo, qué es lo que se ha hecho en él antes de que llegaras y cuáles son las opciones que tendrás, las herramientas de las que dispondrás, los límites a los que tendrás que ceñirte o de qué manera podrás avanzar.

De repente, un día, preguntas por tus opciones. Quieres hacer Bachillerato, ir a la Universidad. Me echo a temblar: sé que no estás preparado, sé que no te has entrenado suficiente, que confías demasiado en que, llegado el momento, serás capaz de apretar, estudiar, sacar adelante lo que sea que te echen. Pero no es cierto, ya no lo es. Eso se lo decíamos a tus padres hace dos o tres años para motivarte: “Es muy inteligente, si quisiera, podría, pero es que es muy vago, muy flojo, no hace nada...” Aún ahora se lo decimos a algunos: “Si tú quisieras, si te esforzaras más, pero lo que pasa es que no haces lo suficiente...” Mentira. Para muchos ya es tarde. Nunca podrán. Ya no serán niños, ya no tendrán la predisposición mental. Intenta enseñar a un cachorrillo a dar la pata. Intenta enseñárselo a un perro ya viejo. Hay un refrán para eso.

Quizá pienses que es culpa de tu profesor. No te presta atención. No sabe dar clase. No se explica bien. No es muy simpático. Sus clases no son divertidas, no te motivan. Sólo sabe sentarse en su mesa y ponerse a hablar de sus cosas, escribir datos, fechas, nombres, teoremas en la pizarra y mandar ejercicios, corregirlos, preguntarte si los has hecho. ¿Los has hecho? ¿Por qué no? No te gusta la asignatura: ¿y qué? ¿Acaso crees que todo lo que vas a aprender en tu vida va a ser divertido e interesante? Diseñar un videojuego, programarlo, probarlo, tiene que ser apasionante, seguro. Pero detrás hay un lenguaje de programación, años aprendiendo y practicando, comprendiendo las relaciones entre las opciones al apretar un botón y las funciones matemáticas, la importancia del sujeto y el predicado o la posición de determinado código en el programa. La mayor parte de los lenguajes de programación, por cierto, están en inglés.

A lo mejor te interesa la Historia, la Literatura, el Arte. Eres de letras. Te entusiasmará, entonces, aprenderte una larga lista de fechas, autores, museos, hallazgos, teorías. Sólo así podrás relacionarlas, si las conoces. Cuando encuentres un objeto del año 85 a.C., querrás saber quién ocupaba esa tierra, quién la gobernaba, qué leyes regían su mundo, qué pensaban acerca de la creación del mundo, cómo era el comercio con otros países. Así podrás explicarte qué diablos hace una vasija egipcia en una tumba celta. Cuando analices la revolución industrial, los movimientos obreros, las guerras mundiales, querrás saber qué adelantos técnicos estaban disponibles, cómo influenciaron, quién se llevó el gato al agua gracias a qué aparato. Cuando leas una obra maestra, cuando mires una pintura, probablemente la apreciarás mejor si sabes quién es el tipo del sombrero. Querrás saber francés, latín, griego.

Algún día firmarás un contrato. Querrás saber leerlo. Querrás saber calcular tus derechos, querrás ser independiente.

¿O de verdad quieres poner ladrillos, cobrar en una tienda, recoger fruta, servir platos? No me interpretes mal, son profesiones muy dignas, pero... tienes dieciséis años: ¿de veras quieres que esa sea tu vida? ¿No sueñas con pilotar un avión, encontrar una energía limpia, diseñar un edificio, defenderte contra las leyes, reescribirlas? ¿Nunca has pensado en realizar un transplante a corazón abierto? ¿En trabajar en una gran empresa, viajar, conocer gente?

Ojalá despertaras, ojalá fueras consciente de ti mismo, de tus propios sueños y posibilidades. Ojalá comprendieras que lo que te estoy ofreciendo es una linterna, un mapa del camino, un libro de instrucciones. Que no soy tu enemigo. Que no puedo ayudarte si tú no quieres. Que es muy cansado llevarte de la mano mientras tú tiras hacia el otro lado.

El año que viene ya no me preocuparás. Tendré otros alumnos. Ojalá despierten.

Ignacio Mancera.